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El alcalde cacique


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Según consta en el Acta del Pleno Municipal del Ayuntamiento de Íllora, que celebró Sesión Ordinaria el día 7 de Noviembre de 1906, presidida por el primer Teniente de Alcalde D. Diego Ibáñez Ramos, por estar disfrutando de licencia el Alcalde propietario, con la asistencia de los señores.

En los párrafos 1º y 2º, se tratan de la aprobación del acta anterior y la recepción de Boletines Oficiales y ordenes, asuntos de trámite habitual. En el 3º se trata de la provisión de fondos para el mes de Noviembre de 1906 que quedó aprobado por unanimidad, pasándose a discutir el Presupuesto de 1905 que también se aprobó.

El acuerdo más “interesante” viene a continuación donde textualmente dice:

Acto seguido el Señor Presidente expuso a la Corporación que había sido invitado por el Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia a que dispusiera un recibimiento a Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII con ocasión de la excursión a Lachar el día 5 del actual y como Su Majestad rendía su viaje en esta estación férrea, además de convenir con el Excmo. Sr. Gobernador en ciertos detalles de vigilancia y seguridad habían hecho acompañar del Ayuntamiento a quien se dirigía funcionario y la Banda Municipal de Música preparando así un recibimiento modesto a Su Majestad, y llenando otras indicaciones de Seguridad a cuyo efecto contó a los señores de la Corporación el verdadero derroche de luz que en la noche de referencia lució en la estación, no tan solo por adorno sino para iluminar convenientemente aquellos lugares.

Aquellos preparativos y los análogos que se emplearan a la despedida de Su Majestad, acordó el Ayuntamiento que se satisfagan por el Señor Alcalde con cargo al Capítulo de Imprevistos por no haber consignación especial.

Después de lo cual y no habiendo más asuntos…

Pero este hecho, como las monedas, tiene dos caras y canto... Todo esto era como dijo El Defensor de Granada:

Notificó el gobernador de la provincia á todos los alcaldes de los pueblos comarcanos á Lachar, que D. Alfonso XIII, aceptando la invitación del gran cacique, conde de Benalúa, iba á cazar el día 5, al vasto territorio —lo más fértil y rico de la región— que tiene convertido en coto para su recreo dicho conde, y el inepto alcalde de Íllora, creyendo hacer obra meritoria á los ojos del gran cacique, arrestó á los republicanos en sus domicilios, y al que protestó de la arbitrariedad, lo encerró en la cárcel.

Lo entenderemos mejor si leemos el artículo aparecido en el Periódico EL PAÍS – Diario Republicano de Madrid del viernes 23 de Noviembre de 1906, con motivo de los encarcelamientos de ciudadanos republicanos en la fecha de visita del Rey Alfonso XIII a la Estación de Íllora.

Texto del Articulo: El día 5 del actual abusó torpemente de su autoridad el alcalde de Íllora. Arrastrado por un servilismo indigno de toda autoridad municipal, cometió una polacada que tiene su sanción penal en los códigos de la nación.

Llamó a la Alcaldía á los vecinos que le vino en gana y les ordenó que, durante todo el día 5 hasta la mañana del 6, se les prohibía, bajo pena de reclusión en la cárcel, el salir de sus casas.

A otros vecinos les notificó dicha orden por medio de los empleados del Municipio. Uno de éstos, dudando acaso de la veracidad de la orden, personóse en la Alcaldía. Allí le fue confirmada por el propio sota cacique que ejerce de alcalde.

— Es que se me irrogan graves perjuicios objetó el vecino.

Todo discurso fue inútil para evitar que el alcalde llevase á cabo su insólita arbitrariedad.

— A mí —díjole el vecino en cuestión— se me irrogan daños; pero á los otros á quienes he sabido que también se les arresta en sus casas, se les priva de ganar el jornal cotidiano con que atienden á las necesidades de su vida y á las de sus familias respectivas.

Sin un motivo fundado, racional, concreto, no se puede mandar detener á ningún ciudadano. Tal dicen las leyes fundamentales y civiles del Estado. Y un vecino de Íllora, es, aunque ello pese al caciquismo, un ciudadano, tan respetable como el que más.

⁃ ¿Sí? —arguyó el alcalde— pues en ese caso no debe usted ser arrestado en su casa, sino detenido en la cárcel.

Y acto seguido fue Tomás Ruiz López, que así se llama la víctima más castigada por el absolutista y tiránico sota cacique de Íllora, metido en la hedionda y lúgubre mazmorra que allí se tiene por cárcel.

Los demás vecinos, incluidos en el tikase de este tiranuelo á lo Trepoff, viéronse forzados á cumplir el arresto, ante el temor de dar con sus cuerpos en la repugnante prisión.

¿Qué importa, si al siguiente día no tuvieron para poder comer; si experimentaron pérdidas en sus negocios; si sufrieron perjuicios en sus haciendas?

El caciquismo quedó satisfecho, la autoridad municipal desprestigiada por un servilismo más, y los amigos del sota cacique, los clericales y reaccionarios del pueblo, con un nuevo fundamento para picar en la honra de los vecinos vejados.

En vano clamaron justicia. La autoridad judicial es sorda cuando su acción puede desagradar al caciquismo. ¿Sabe el ministro de la Gobernación por qué han sido atropellados por su alcalde los vecinos de Íllora?

¿Lo sabe, acaso, el ministro de Gracia y Justicia? La cosa lo merece, y sin perjuicio de que alguna voz de la minoría republicana del Congreso reclame contra esta irritante y punible arbitrariedad, hemos de requerirles nosotros para que se informen y procedan como es de justicia.

Un alcalde que á su antojo dispone de la libertad de sus convecinos, es un desalmado peligroso á quien, cuando menos, se le debe despojar de los atributos de la autoridad. No vale que pretexte en disculpa de su torpeza que ello fue una medida preventiva, para asegurarse de probables contingencias desagradables.

Aparte de que ello sería una falsedad tal disculpa, la prisión á mansalva, el encarcelamiento de todo ciudadano que por sus ideas liberales y republicanas, se manifestase opuesto al régimen imperante.

Porque han de saber los ministros aludidos, que la arbitrariedad del sota-cacique de Íllora fue realizada sólo en daño de los republicanos y librepensadores de aquel pueblo y á pretexto de defender la persona del monarca.

Paco Robles se dedica al Partido Socialista y a la Memoria Historica, memorialista, historiador aficionado y buscador de verdades. Vocal de la AGRMH y Secretario CEP de Memoria Historica del PSOE de Granada.