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Las elecciones catalanas


(Tiempo de lectura: 3 - 5 minutos)

“Cada día que pasa solicita Cataluña un puesto más destacado en da actualidad española. Nos aproximamos a un desenlace electoral lleno de sugestiones. Como ocurre siempre en las grandes luchas de opinión, verdaderas batallas históricas, la pasión aumenta por horas, crece, se eleva a tensiones inconcebibles, para quebrarse luego en las urnas, que es adonde van a parar todas esas corrientes de ideas y de intereses inconciliables que andan sueltas 'estos días por la atmósfera catalana. El domingo es él din de la prueba. A toda marcha se realiza actualmente la propaganda. Mítines por todas partes. Pasquines. Rótulos. Discursos radiados. Alta fiebre electoral. Cataluña, que votó su Estatuto casi sin ruido, hierve ahora como no se esperaba. Y es que los grandes intereses permanecían soterrados. No había llegado el momento de librar combate. Pero, de pronto, ha cambiado el panorama. Se ha roto el silencio. Se han desencadenado las pasiones. Y Cataluña entera danza en la vorágine electoral con el impulso que le imprimen los conflictos personales y económicos.

La lucha es complicada y dura. Un partido, la «Esquerra», que se cree llamado por el destino histórico para llevar a los catalanes a la tierra prometida, está viendo cómo levantan la testa sus enemigos y se disponen a arrebatarle, si no en todo, en parte al menos, el privilegio de hacer la felicidad de Cataluña. La «Esquerra» aspiraba al monopolio, al papel de partido único, con algunos satélites de poca importancia. Pero las circunstancias ponen en peligro la hegemonía de la «Esquerra». Se la ataca a fondo y, por lo visto, no sin fortuna. Los radicales pelean en Barcelona junto a la Lliga» y a los tradicionalistas. Están en su puesto. La «Lliga» asoma su cabeza de Medusa y se apresta a probar suerte. Los hombres de presa que orientan esa organización no podían dejar pasar una coyuntura tan favorable para la conquista del ciudadano desorientado, del viejo político y del cacique con ilusiones imperialistas. Pero no es el momento de la «Lliga». Ni, desde luego, el de las derechas. Don Marcelino Domingo alecciona a su hueste. que es, en Tarragona sobre todo, bastante numerosa. El partido de Acción Catalana también aspira a una representación discreta en el futuro Parlamento. Los comunistas del Bloque obrero y campesino miden sus armas con el partido oficial, que recibe en esta ocasión la ayuda del tercer partido comunista: el de izquierda, el de Trotski. Los socialistas de da «Unió», o sea los socialistas catalanistas, aliados con la «Esquerra», piden, asimismo, los votos de los trabajadores catalanes. Por último, nuestros compañeros, la sección catalana del Partido Socialista Español, se disponen a ganar los puestos reservados a las minorías. Es la hora de las emociones auténticas para los socialistas catalanes. El proletariado catalán irá seleccionando a sus redentores. Los partidos burgueses cumplirán pronto su misión histórica. El Socialismo tiene en Cataluña un esplendoroso porvenir. Esperar trabajando es la consigna para nuestros compañeros. Destacados camaradas propagarán estos días entre los catalanes las ideas y el programa de nuestro Partido. Cataluña necesita oír con frecuencia la palabra socialista. A pueblos como el catalán, desorientados políticamente, les hace falta la disciplina mental del materialismo dialéctico. Cataluña será socialista. El tiempo lo ha de decir.

¿Cuál es la característica de las elecciones para el Parlamento catalán? Según nuestro modo de ver, esta: confusión. Aún hay otra de dimensiones parejas: Confusión y violencia. Confusión de programas y propósitos. Violencia de lenguaje. Nuestro corresponsal subrayaba ayer esa tónica lamentable. Más que ideas, suenan. nombres. Los ataques van cargados de adjetivos gruesos. La lucha tiene un desconcertante carácter personalista. Nombres, nombres nada más, y ese triste espectáculo, desalentador para quien está en el secreto de lo que Cataluña tiene que hacer ahora, proviene de la insolidaridad en que van a las elecciones los partidos de izquierda: unos contra otros, despiadadamente. Los hombres de presa de la «Lliga» se frotan las manos. Lo de siempre: le falta a Cataluña el hombre de este período revolucionario.

Parece ser que la «Esquerra» no se sometería, en caso de que se produjera, a una derrota. No creemos en la derrota de la «Esquerra». Pero el deber de la «Esquerra», por mucho que estime su misión en las Cortes catalanas, no la autoriza a cometer ninguna extravagancia. La «Esquerra» tendrá que acatar, cualquiera que sea su resultado, el fallo popular. No consideramos discretas las manifestaciones que se han hecho en ese sentido, Lo mismo decimos del proceder de la «Esquerra» armando a los «escamots» para guardar el orden o para rebelarse si pierde las elecciones, como se ha dicho. Los hombres de la «Esquerra» han de saber esto, que es tan sencillo: para nadie contienen estas elecciones mayores enseñanzas que para ellos. Y si su partido sufre quebrantó, tengan en cuenta que en el debe de la «Esquerra» figuran no pocos errores.

Apasionante batalla la que el domingo tendrá desenlace en Cataluña. A estas alturas sólo registramos confusión y violencia. Abundan las incógnitas. Nuestro deseo naturalmente se identifica con el de los que anhelan para Cataluña acierto en la implantación del Estatuto. Aunque nosotros no vinculamos el éxito o el fracaso—no previsible—de la autonomía catalana al de las demás, que han de ser otorgadas por el Parlamento de la República a otras regiones.”

(El Socialista, número 7420 de 17 de noviembre de 1932).